La cintura de la luna: Poesía ecuatoriana contemporánea

Cada uno construye su casa como quiere.
La pone sobre el aire,
la siembra en la cintura de la luna
o encima de las olas.

Violeta Luna

Selección Juan Suárez Proaño
Introducción: Emilio Paz

La poesía une todas las lenguas, credos, artes. Las junta en la mesa donde comen aquellos que desean tocar el sol y describir dicha experiencia de una forma que solo el alma se logre satisfecha. Pero la poesía no es solo una recopilación de experiencias, no es una bitácora, sino que se transforma en un conjunto de reinterpretaciones que buscan dar explicación al mundo que lo rodea. Desde aquellos primeros seres humanos que buscaban darle alguna explicación a su entorno hasta aquellos que transmitían el conocimiento adquirido a lo largo de los años. De alguna manera, la poesía se vuelve en el último bastión para la humanidad. Pero también se transforma en la voz de los profetas, como decía Ernesto Cardenal: anuncia y denuncia. Por eso, hablar de poesía ecuatoriana es hablar de memoria, tradición y denuncia.

Escritores de la talla de Medardo Ángel Silva, Arturo Borja, Violeta Luna, Jorge Carrera, Karina Gálvez, Gonzalo Escudero, Dolores Veintimilla, José Joaquín Olmedo, Ileana Espinel, José María Egas, Mercedes González de Moscoso, Mary Corylé, Martiza Cino, Efraín Jara, Hugo Mayo, María Natalia Vaca, Dina Bellrham, Iván Carvajal, Antonio Preciado, Catalina Sojos, Joaquín Gallegos Lara, Ulises Estrella, entre otros; solo nos presentan los grandiosos frutos que hay en Ecuador. Tierra con fecunda lírica y tradición viva, que promueve en sus letras una comunión entre las distintas procedencias de sus escritores. La marca natural de una comunión de historias que se entrelazan como los hilos del manto eterno en honor a Odiseo.

De tal manera, la poesía que proviene de Ecuador es una forma de humanidad que trae, consigo, las voces de sus antecesores, permitiendo que hasta los muertos tengan voz. Es gracias a su estilo y presencia, que la poesía ecuatoriana logra mantener vigente estructuras internas que van más allá del tiempo. De alguna manera estética se da la presencia de la voz del ayer-hoy-siempre en un acto que revela los misterios de un pueblo. El mismo que se levanta y procede a reclamar lo que debe ser sin caer en una poesía clásica social, sino que trasgrede la forma tradicional para abrirse a la trascendencia metafísica del sujeto. Por ello, sin más contenido innecesario, presentamos esta muestra de poesía ecuatoriana.

Luis Enrique Yaulema  (Riobamba, 1968) Tecnólogo en Promoción y Defensoría Social,  poeta, fotógrafo, gestor cultural; ha publicado los poemarios: ‘TEOREMAS’ (1996), ‘TRAVERSA’ (2005) en Ibiza España, ‘TRES’ (2011) y ‘Hoy me da por llover’, (2017). Ha participado en encuentros de poesía dentro y fuera del Ecuador.  Sus publicaciones han aparecido en antologías y revistas especializadas, algunos de sus textos han sido traducidos al inglés.

Diferentes

nunca seremos los mismos
como agua de río

serás gota
veré mi reflejo en tu liquida caída

tendré  sombrero negro
tal vez gafas de sol

tampoco seré el mismo
seré otra gota y no me reconocerás

tal vez sea sombra de otra luz
eco de una explosión de voces

algún universo moribundo

no serás la misma
yo tampoco

nos encontraremos
en la misma lluvia
en la misma flor

alimentaremos los mismos pájaros

***

Sin tiempo

Te miraré de frente
tan profundo
como al hilo de agua
que agoniza en la arena
del verano

tan largo
como al camino en el ojo
de quien espera
sin tiempo
hasta que llegues

tan profunda
como semilla germinada

te miraré alta
rompiendo el azul inconcluso
del silencio

Xavier Oquendo Troncoso (Ambato, 1972). Periodista y Magister en Escritura Creativa por la Universidad de Salamanca. Profesor de Letras y Literatura. Ha publicado los libros de poesía: Guionizando poematográficamente (1993), Detrás de la vereda de los autos (1994), Calendariamente poesía (1995), El (An)verso de las esquinas (1996), Después de la caza (1998), La Conquista del Agua (2001), Esto fuimos en la felicidad (Quito, 2009, 2da. Ed. México, 2018), Solos (2011, 2da. Ed. traducido al italiano por Alessio Brandolini. Roma, 2015), Lo que aire es (Colombia, Buenos Aires,  Granada, 2014), Manual para el que espera (2015) y Compañías limitadas (2020) y los libros recopilatorios de su obra poética:  Salvados del naufragio (poesía 1990-2005), Alforja de caza (México, 2012), Piel de náufrago (Bogota, 2012), Mar inconcluso (México, 2014), Últimos cuadernos (Guadalajara, 2015), El fuego azul de los inviernos (1era. Ed. Virtual, Italia, 2016 – 2da. Ed.Aumentada, Nueva York, 2019), Los poemas que me aman (antología personal traducida integramente al ingles por Gordon McNeer -Valparaiso USA, 2016- y por Emilio Coco al italiano -Roma, 2018-, El cántaro con sed (traducido al portugues por Javier Frías, Amagord Ediciones, Madrid, 2017), Todo mar es inconcluso (Bolivia,2019) y Dedicatorium (Lima, 2020); un libro de cuentos: Desterrado de palabra (2000); Las novelas infantiles El mar se llama Julia (2002, con muchas reemprimsiones y ediciones a partir de su aparición) y Migol (2019), así como las antologías: Ciudad en Verso (Antología de nuevos poetas ecuatorianos, Quito, 2002); Antología de la poesía ecuatoriana contemporánea –De César Dávila Andrade a nuestros días- (México, 2011), Poetas ecuatorianos -20 del XX- (México, 2012). Fue seleccionado entre los 40 poetas más influyentes de la lengua castellana en “El canon abierto”, Antología publicada por Editorial Visor, en España (40 poetas en español -1965-1980-). Su obra está en muchas de las más importantes antologías de la poesía contemporánea de la lengua española. Ha sido invitado a los más importantes Encuentros y festivales de poesía en Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Colombia, Nicaragua, México, EEUU y España. Organizador del Encuentro internacional de poetas “Poesía en paralelo cero”, uno de los más importantes festivales de poesía de América latina, ya con 11 años de edición consecutiva. Es director y editor de la firma editorial El Ángel Editor, en donde ha publicado alrededor de 300 libros de poesía de autores ecuatorianos y del mundo, haciendo una amplia difusión de la poesía contemporánea en la región.

Anti-oración para un dios feliz

Señor dios de las fiestas,
gendarme con cara feliz todos los días.
Dios que te tomas el trago de los ángeles.
Deidad que creaste la llanura alegre de Disneylandia.

Escúchame, tú, dios de la niñez
con sonrisa siempre dispuesta,
con la mejor diadema de la reina
con el más bello zapato de la corte.

Dios que sin ser rico eras de hacienda.
Señor que sabes ganar, en lid buena, la baraja,
tú, debes escucharme, señor dios de las vecinas bellas
y de sus regalías invisibles.
Rey o reina. Hombre y mujer de los dones culinarios.
Párame oído, señor dios de los asados
en donde saltaron las más líquidas botellas de vino
que nos hizo ver en alcohol a las estrellas,
donde cayó el ojo justo en la mina de oro y el petróleo.

Dios mío, que eres un ejército de dulces,
dios del chocolate y los pasteles,
señor del manjar de leche y los biscochos.
Dios que hiciste el ron, el whisky ahumado, la borrachera,
dios que estuviste conmigo y con solo unos pocos niños
en la escuela, haciéndonos cosquillas y felices.
Protector de los pequeños señores populares, de los guapetones
con cara de tabaco de James Dean.
Señor que me hiciste de la mejor talla en pantalones.
Dios que estuviste en el calor y en el frío y en el baile adolescente
justo cuando el corazón estaba templado.

Escúchame, deidad de la felicidad doméstica,
dios de las flores y los edificios con vistas al valle o al océano.
Mírame a los ojos, señor de los pulpos con brazos ambidiestros,
señor de los misterios más precisos y poblados,
persona que me has mimado tanto:
con la ciencia, con el conocimiento, con las mandarinas.
Que me has dado amaneceres bailando,
que me hiciste fuerte cuando debía caer en picada,
que me hiciste conocer el mundo justo
cuando pasó el metro bajo el conducto de aire
del vestido de Marilyn Monroe.

Señor de la alta alcurnia de los felices,
de la alta costura de Chanel y del sastre imitador de elegancia.
Príncipe que me hiciste adolescente en la dicha,
dios de las cosas que brillan estando lejos
y que siguen brillando en cercanía.

Señor de los momentos, de los instantes felices,
me diste los cuadernos para garabatear mis sueños buenos
y gente buena de manzana y novias fieles con azúcar
y grandes salones de baile donde dejó el zapato Cenicienta.

Dios de los gatos
que miran por tu nombre sus propios ojos
y luego son tan hundidos en belleza
y tan seres como tú y como tu alfombra
de plumas de querubín y papagayo.
Dios que me invitaste a ser humano en tu mundo creador
y feliz y completo: de dos patas y sin arrugas y sin barba rala,
que nunca me lanzaste desde un muro
y que puedo contar la matemática de mis costillas,
no fui ni hípster, nunca me rompí más que de risa,
nunca me drogué más que con viento,
y con las olas de las cordilleras y sus cigarros
que me dabas tú mismo en la sequía.

Escúchame, señor de las entregas:
tú que me diste todo el equipaje
para que viaje, para que mire el amor desde el costado,
para que se me haga fácil lo difícil,
para ahuyentar toda sombra del pecado.

Óyeme bien, Dios que hueles a perfumes,
señor que no tienes de tortuga,
Dios que pareces una liebre, debes escucharme,
debes decirme, por qué ahora, por qué, señor, ahora,
en que me has dado todo, de todo y para todo
me siento tan en hueco
tan tristemente profundísimo como el hoyo de guitarra,
tan solito, tan colchón de cabaña de invierno,
tan huérfano de ti y de todos. Tan de llanto.

¿Por qué señor, dios de la caverna platónica,
estoy llorando justo, aquí, frente a tu fuente?

***

Recuento de los hechos

Todos nos fuimos.

Atrás se escucha el torpedo de la fiesta,
la corona roja de los bares,
el aguardiente azul que nos amaba
y la marcha desigual de la jarana.

Después, la madrugada con olor a miel.
Los amigos dormidos, amontonados
como un pozo de trinos,
como un manzano cargado.

Éramos todos, solo el viento era solo.
Los demás, los otros nosotros,
éramos uno en la soledad del nuevo día.

Nos dolíamos juntos y eso era la felicidad.

Julia Erazo (Quito, 1972). Es gestora cultural en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión. Ha trabajado en la cátedra universitaria en el área de lenguaje y comunicación y en diversos proyectos literarios del Municipio de Quito y la Cinemateca Nacional. Fue directora del centro cultural y galería Imágenes. Es autora de Imágenes de viento y de agua (Quito, 2007); Verbal (Quito, 2008); La voz habitada, siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo, (Quito, 2008); Tu verano en mis alas, (La Cabra Ediciones, México DF, 2011); el libro Atajos de otra piel, poemas de amor, sobre la obra del poeta ecuatoriano Euler Granda (Quito, 2013); la reedición de Tu verano en mis alas (El Suri Porfiado Ediciones, Buenos Aires, 2014). Sus textos han aparecido en diversas antologías como: De César Dávila Andrade a nuestros días (México, 2011); Séparer le blanc de la lumière, 33 poètes Équatoriens du XXIème siècle (Quito, 2011); Antologia della poesia ecuadoriana contemporanea (Italia, 2012); Poetas de la emoción (España, 2012), La muchedumbre de tu risa, la mujer negra en la poesía (Quito, 2014), y Giovane poesia latinoamericana (Raffaelli, Italia, 2015).

Cicatrices

Hay algo en ella que sonríe al subir los escalones de la casa
algo que despierta la danza entre los guacamayos
algo en su mirada donde chocan las olas y saltan los peces
algo que se mueve delicado entre sus piernas
hay algo que hace salir a los sapos de entre la maleza
algo que ha dejado huellas allende sus sandalias
algo en el batir vaporoso de su falda
algo en el viento
que cruza por su cabellera
algo desfigura el paisaje
algo asusta de pronto a los sapos que se esconden
algo empuja a las aves a volar
algo desborda el brillo del océano en sus ojos
algo me inquieta
si voy detrás
algo en sus hombros
algo justo encima del cinto de su falda
algo que su blusa revela tenue en su espinazo
hay algo en esa mujer que no se justifica

***

Espantapájaros

deseas
una jarra de té hirviente sobre la mesa
encuentras una estela de polvo y polillas

deseas
un timbre que anuncie visitas halagüeñas
no hallas la puerta ni la ventana

deseas
una copa con bebida fresca
un desierto te ha dividido los labios

los lugares que no te conocieron te reclaman
las esquinas que te vieron pasar no te conocen

alguna vez apareces
cargando tus bronquios secos

alguna otra
tu alma de espantapájaros
tu crucifixión

ha claudicado la velocidad de tus palabras
la novela de aventuras que inventaste

has muerto

Ana Cecilia Blum (Ecuador, 1972). Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Laica de Guayaquil. Post-Grado en Lengua Española, Universidad Estatal de Colorado, USA. Maestría en Escritura Creativa, Universidad de Salamanca, España. Es autora de seis libros de poesía, compiladora de varias antologías y editora de la gaceta literaria Metaforología. 

Se estira El Muro, también se enrosca

Culebra de palo y de metal tajando el horizonte. 
Baja la montaña hasta adentrarse al mar 
que intenta dividir, pero no puede. 

En el principio fue una sola tierra. 
En el principio fue un solo cielo. 

Ahora 
              de un lado Tijuana  
              del otro San Diego. 

Países para inventar las soledades. 
Paredes para imponer los cautiverios. 
Mientras los pájaros arriba pasan  
                                                       sin papeles. 

***

Todo sabe a Polvo, dios que da vida y también mata

Cuando es de día el calor del desierto quema. 
Cuando es de noche el frío del desierto quema. 

El cansancio se lleva la cordura y  
el caído desespera,  
                confunde la tierra por el agua. 

Nadie para limpiar  
              las piedrecillas incrustadas en la lengua 
para bajar  
              el hueso del índice apuntando el norte, 
para registrar  
              las letras nueve meses pensadas por la madre, 

Nadie para anotar en la pupila  
              las últimas palabras. 

El desierto se hace de soledades, 
soplo de llama quemando 
soplo de hielo quemando  
en alba o en crepúsculo. 

Carlos Vallejo (Quito, 1973). Premio Nacional de Literatura “Aurelio Espinoza Pólit”, 2007. Premio Nacional de Literatura Cesar Dávila, Ministerio de Cultura, 2009. Premio Fondos concursables, Ministerio de Cultura, por el libro Ritual de moscas, 2017. Premio de fotografía revista Vanguardia, 2007. Mención de honor en las Bienales de cuento ecuatoriano Pablo Palacio 2001 y 2003. Ha publicado los poemarios: En mi cuerpo no soy libre (2001), Fragmento de mar (2003), La orilla transparente (2007) y Ritual de moscas (2017). En Narrativa: Relatos del mal soñar (2004). Coautor del cuaderno de fotografía y poesía: Matrioshka (2001).

Foto

Nuestra alma se preña de grietas
y no tenemos cosméticos para llegar
flamantes a la hora del té.
Ya se han muerto los grandes
y los antiguos niños nos quedamos
sumando el óxido de las viejas canicas.

Hay un espejo anciano
brillando en el patio de los decenios
y ya las aguas se movieron solas
hacia mares que nunca tuvimos.

¡Allá va ese segundero como un profesor olvidado!
¡Allá, las cenizas de mis terceros pasos!

Sumando entre juventud y juventud
algo se nos fue por los caños, un
agujero en la arena del reloj,
un descuido en los minuteros, insisto.
Porque los propios dientes
se nos están cayendo en mitad del ring
y todavía seguimos recogiendo el hilo
de esa cometa que lanzamos
ese verano muerto anteayer.

***

He caído de muerte

De vena en vena me voy
descolgando;
de raíz en raíz, a latigazos,
por debajo de mi sombra
y de las narices del topo
me despeño, solo,
a lo largo del ojal de mi zapato,
a lo ancho de mis tristes pulgas,
abandono, sin querer, lo inmenso,
como huye la mancha de luz
de una torre vencida,
como se desboca el ingenuo río
perseguido por su vertiente;
caigo, a empellones,
a martilladas y codazos,
lluvioso como esa alcantarilla
a la que nadie llora;
desciendo de resta en resta
por los centavos del aire,
con mi cuervo en el ojo
y mi medio pañuelo,
vencidamente,
a fuerza de gravedad,
cayendo
por el hilo de mis silencios,
por el trapecio de la araña que
se desplomó de tedio:
cayendo,
por el peso de mis huesos contrincantes,
por el lodo cardíaco
y sus decimales;
rasgando el aire entre mis uñas,
en picada por el oído en polvo de mis pasados;
asombrado, moribundo, de bruces, descalzo.
Instalado en mi fila de nadie he venido
para ver este espectáculo de arqueología
en que, desmoronado de mí, ingenuote,
apunto a fondo las córneas
y me estrello en la vida
como esa inmensa bala
que disparé frente a mi espejo.

César Eduardo Carrión (Quito, 1976) ha publicado los libros de poesía Emboscada / Ambush, (Translation by Kimrey Anna Batts, 2019), Es lodo y es polvo y es humo y es nada (2018), Emboscada (2017), Cinco maneras de armar un travesti (2011), Poemas en una Jaula de Faraday (2010), Limalla babélica, (2009), Pirografías (2008) y Revés de luz (2006). Ha publicado los libros de ensayo El deseo es una pregunta (2018), Habitada ausencia (2008) y La diminuta flecha envenenada (2007 y 2019). Es docente e investigador universitario.

Invitación a la pesadilla

Volvamos a ser uno solo: los mismos en el dolor, los mismos en el olvido.
Volvamos a ser una tribu cercana a la peste, el acero y el miedo.
Juntemos de nuevo las manos en torno del fuego sagrado de un sueño.
Pero no porque lo digan tus ancestros. Los he visto: no son nada extraordinario,
No son nada extraordinario, no son nada extraordinario, no son nada extraordinario,
Debería repetir cuarenta veces “No son nada extraordinario”. Te lo juro: ¡No son nadie!

Juntemos de nuevo los labios en torno del beso y el grito de un ángel caído,
Cualquiera, no importa, que vista talar de bacante o vestido de monja, ¡qué importa!
Pero no porque lo invoquen los pontífices. Los oigo: parlotean y babean,
Parlotean y babean, parlotean y babean, parlotean y se ensucian las sotanas.
Volvamos a ser una tribu cercana a la peste, el acero y el miedo,
Porque el necio pontifica como un cristo, porque el sabio balbucea como el río.

Regresemos a la hoguera donde ardieron las leyendas más lascivas y sangrientas.
Que nos narren nuevamente aquellos mitos donde el hijo mata al padre, donde el padre come
al hijo,
Donde el hijo se amanceba, para ser su propio padre, con su madre, con su tía, con su abuela.
Que nos hablen los poetas nuevamente de los ritos que vencieron a la muerte.
Y cantemos, con gargantas de gigantes, que los simios domadores del relámpago y el trueno
Hemos vuelto de una larga caminata por los bosques de la magia, de la ciencia y la mentira.
Que nos mientan nuestros hijos, que nos digan que triunfamos, que nos juren que jamás se
fue el verano…

Volvamos a ser una tribu cercana a la peste, el acero y el miedo.
Pero no porque tengamos entre manos el remedio de una nueva enfermedad,
Que ha nacido del cerebro de una vaca, del estómago de un cerdo, de la piel de una gallina.
Pero no porque llevemos a la lumbre aquella presa inagotable contra el hambre,
Que ha nacido del cerebro de una vaca, del estómago de un cerdo, de la piel de una gallina.
Retornemos a la cueva, porque el único sonido que se impone es el silencio.
Los demás son alaridos de placer, son gemidos de dolor o son bostezos.
Volvamos a ser uno solo: los mismos en el dolor, los mismos en el olvido.

***

Monumentos carcelarios

Nos mintieron nuestros héroes, nos mintieron nuestros mártires y próceres.
Inventaron esos himnos, inventaron las naciones, inventaron geografías.
Inventaron las banderas percudidas con su sangre, que inventaron por la guerra.
Miro los templetes, las estatuas del terruño, recubiertos con estiércol de palomas:
Toda patria es pasajera, pre-santuario, proto-infierno, limbo eterno…

Ruge el río de la muerte en las pupilas del que observa nuestros campos de batalla:
Las ficciones de la Historia Nacional, de los Destinos Manifiestos, de los dogmas
Del que apura la bebida venenosa de las copas de los padres fundadores.
Conocí a mis abuelos, conocí a mis ancestros: no son nada extraordinario,
No son nada extraordinario, no son nada extraordinario, te lo juro: ¡no son nadie!
Toda patria es pasajera, pre-santuario, proto-infierno, limbo eterno…

La alternancia del aliento y el silencio, del aliento y el silencio, del aliento y el…
Me recuerda que en los mármoles inertes yace el frío corazón de la memoria.
Nos impone los estigmas de los santos, que ya fueron o serán becerros de oro,
O ecuménicos prelados de la bruma, pies de plomo, pies de barro, pies del humo.
Toda patria es pasajera, pre-santuario, proto-infierno, limbo eterno…

Cada brillo, cada huella, cada mínimo relámpago de sílice en las dunas,
Cada grano de esta arena es un murmullo que compone la borrasca de la fe.
Cada hilo y cada hebra de esta soga que nos ata a los recuerdos heredados,
Nos impide despegar con entusiasmo, desatarnos del terror de ser fragmentos,
Nada más y nada menos que fragmentos de la risa, que fragmentos de la angustia.
Toda patria es pasajera, pre-santuario, proto-infierno, limbo eterno…

Tomados de César Eduardo, Es lodo y es polvo y es humo y es nada, Quito, Ruido Blanco, 2018.

Fanny Rodríguez (Quito 1977). Poeta, narradora y guionista. Docente y gestora cultural. Participante en varios encuentros de poesía desde 2007. Autora de los poemarios “Lunas en el zócalo”, 2010 y “Los adioses y otros males”, 2015. Incluida en las antologías “La voz de Eros”, 2008; “Mujeres en vuelo”, 2003; “Letras del Ecuador”, 2017; “De repente, la vida”, 2021; “Encuentro Paralelo Cero”, 2016; “Nubes”, 2020; “Cuentos cortos para esperas largas”, 2016.  Sus publicaciones constan en revistas nacionales e internacionales (España, Uruguay, Colombia y Argentina). Editora de la primera antología de relato inclusivo “La estrategia del ciempiés”, 2017.

Tregua

Mis armas han caído a sus pies
piel más desnuda que la mía no existe.

Le he dado la cuerda de mi tiempo
la llave de mis únicos refugios
la cuna donde anidaron sus semillas
…y él se ha puesto una coraza para hacer el amor.

¿Para qué mis uñas entre tanta roca?
¿Para qué mis ojos sin hallar reflejo?
¿Para qué yo impar en el trapecio,
sin lugar para la caída?

***

Calendario

Quizá no vuelvas a elegirme entre mil
mucho menos entre dos
ni por cimbreante ni por esbelta ni por sublime
tan solo por transparente, por dualidad.

Ya no más la inocencia ni el aura vaporosa que vestía mi cuerpo
ni el deseo unidireccional que emergía de mi boca
ni las fiestas de piel
nada.

Dos gotas se fugaron del útero y me dejaron sola
dosis incompleta
no saciar, no embriagar, no ser…

¿A qué nuevo rosal irán tus manos, cuando los pétalos de lo que fui se vuelvan lodo?

María Auxiliadora Balladares (Guayaquil, 1980) es escritora, profesora e investigadora de Literatura en la Universidad San Francisco de Quito. Obtuvo su Ph.D. en la Universidad de Pittsburgh. Estudia la obra de poetas latinoamericanos del siglo XX y del XXI, así como la teoría crítica contemporánea. Ha publicado el libro de cuentos Las vergüenzas (Antropófago, 2013), el ensayo Todos creados en un abrir y cerrar de ojos (Centro de Publicaciones de la PUCE, 2015) acerca de la obra de Blanca Varela y los poemarios Animal (La caída, 2017), URUX Una correspondencia (Pirata Cartonera, 2018), escrito junto a Sebastián Urli, y Guayaquil (Prefectura de Pichincha, 2019). Es parte del comité editorial de la revista en línea Sycorax (http://proyectosycorax.com).

21 de diciembre 2017

Querido:

He recibido tu azul impredecible
los fragmentos de Pittsburgh acordonados
Tu lluvia llega hasta Quito y moja el revés de la montaña
La montaña no sabe qué hacer con tanta agua
No sabe dónde meterse
por dónde empezar
Somos mansos en los puentes y
en las calles
dos salvajes que apenas ven sus manos
Quizás por eso amamos tanto el apacible burgo
donde todo se confunde
y las mañanas no nos obligan
a ser otra cosa que silenciosos goznes imantados

Yo me ahogo en las ciudades
Ur
Te planteo un dilema
Necesito que me ayudes
que por favor me encuentres
¿Que una mujer te anuncie la muerte de un poeta
es o no la anticipación de un movimiento atarantado?
Otro perfil del mismo dilema
¿Por qué se le antoja al cuerpo otro cuerpo que no existe?
Hay un camino aprendido que es el que debería recorrer
pero me distrae la belleza del río
la destrucción
la ira

¿Qué somos
amigo mío
animales de agua o de aire?
Me escribes desde adentro
Casi puedo intuir las imágenes que duermen en los espejos de tu casa
predecir la desintegración de las gotas que caen del tumbado hasta tus pies descalzos
y ver cómo la paciencia
colmada de nosotros
aprende a destruir la piedra

Hoy te abrazo
y abrazo todo lo que amas

Tuya
Ux

***

14 de marzo 2018

Querido

Qué extraño es decir que la calma ha descendido finalmente a mi entrecejo
Pasadas las semanas
la calma no es nada más que el estrecho espacio por donde mis ojos miran tu cuerpo
flotando
¿Soy el aire en el que flotas? ¿Soy la forma del viento cuando tu cuerpo lo corta? ¿Soy algún
fragmento tuyo tu brazo tu cuello? ¿Una falange? ¿Soy la forma de tu lengua cuando lees en
voz alta un poema? ¿La más sencilla de tus cuerdas vocales?
No debo hablar más del canto de la mona porque no soy ya el coyote que ansía su voz
Sospecho que soy de vuelta persona
¿He abandonado al animal para sonreír con mis colmillos deficientes?
¿O ahora soy yo la mona
la de la inocencia que temes?
Habrá que analizar a la luz del día los acontecimientos alrededor de mi espeso pelaje
Me basta saber que en una ciudad lejana (hoy más lejana que de costumbre) su voz resuena
en los tímpanos del vientre del lecho del poema

Hacer listas
numerar
desaparecer un conejo en el sombrero infinito del mago
imitar el gesto que cuelga de un árbol morido 
Volvamos al inicio y hagamos todo para convertirnos en las imágenes que soñamos cada
noche y decantan en estos nuestros sencillos poemas
Seamos nuestras cartas
Lo que decimos en ellas
Seamos nuestras palabras atragantadas
los angostos rugidos
lo que mire el ojo visor seamos con urgencia
Prometo soñarte para convertirme en ti
Mirar desde la altura de tus ojos el balido de las mariposas que nacen prematuras en las
aguas congeladas del invierno
Abrir las tapas de las botellas con tu fuerza
sentir cada músculo moverse mientras el agua desciende por el tracto que termina en tu
pecho
dar pasos largos con tus piernas
sentir el peso de tu boina en la frente

Como si hubiera nacido en Quilmes un día caluroso del año ochenta y siete

Me saco la boina y en mi frente te beso

Ux 

De URUX Una correspondencia

Luis Franco (Santa Rosa, Santa Elena. 1988) Ha publicado los libros: Sueños Inconstantes (Santa Elena, 2010); Ángeles Sodomizados (Editorial Jaguar, 2012); Jardines Inconexos (Rastro de la Iguana y Cadáver Exquisito, 2014, Premio Nacional de Poesía Desembarco); Detrás, los pájaros (Guatemala, 2015, Premio Juego Florales Hispanoamericanos); Fragmentos para armar una ciudad debajo de un asterisco (Universidad Autónoma del Estado de México, 2016, X Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada); Hoy no vengo a vencer tu cuerpo (Editorial Difácil, España, 2018, 1era edición; Universidad de Cuenca, Ecuador, 2019, 2da edición, XVII Premio Internacional de Poesía Martín García Ramos y la primera mención en el IX Premio de Poesía César Dávila Andrade); Cierro mis ojos y el mundo entero cae muerto (Premio Fondos Concursables 2019). Consta en Antologías como: R.E.M. [Antología de los Sueños] (Delahogado Elsombrero & Dadaif  Cartoneras, 2015); HARAWIQ [Muestra de Poesía Joven Boliviana-Ecuatoriana] (Murcielagario Cartonera, 2015); SANGRE DE SPONDYLUS [muestra de poesía ecuatoriana reciente] (Vallejo &co. Ediciones, 2016), entre otras digitales e impresas. Ha colaborado junto al poeta y periodista cubano, José Ernesto Nováez, en la recopilación y edición de Corazón central [muestra de poesía villaclareña reciente] (Casa de la Cultura de Santa Elena, 2017). Ha sido finalista del Premio de Poesía Pilar Fernández Labrador, Paralelo Cero, entre otras menciones. Su libro Como un lirio entre cardos recibió, en el 2019, el Accésit del Premio Iberoamericano de Poesía Mística Rey David.  Ha coordinado el Festival de Poesía SumpaVive. Actualmente labora como docente.

DOS | Antífonas para retocar El Mito de Sísifo y no herir a T. W. Adorno

Antífona 1: la irreductibilidad de este mundo a un principio racional y razonable

no se trata de enfrentarse a la envidia que el ser reviste en su única morada
o la novela que ha dejado inconclusa porque su padre guardó el traje de novia
con el que su madre se pegó dos tiros luego de una raya blanca previa al amanecer
no se trata de decir aquí dejo el universo
y regresar a la orilla del neobarroco a beber agua sucia
no se trata de sepultar la otra ternura con las manos aruñadas por el lenguaje
se trata de carcomer cada fibra del látigo que nos asegura la restauración

es sólo un sueño del que jamás despertaremos con sed y hambre  
aquí no hay una mentira ni una palpitación que diga que fuimos o somos
aquí no se obvia el ritmo como una explicación astrofísica u ontológica

esto es un himno que se va destruyendo / que se desmorona / que se enfrenta al destino
con la única cara
la de la locura + la de la distancia + la del silencio que tengo en esta esquina
el resto de la poesía es una judería donde fornican con el prepucio de la palabra cárcel
un nacimiento ensangrentado bajo el propio nombre del poeta
es la humanidad y su fracaso que abren nuestros ojos
para nutrir la idea absolutista de la dictadura

así que baja la cabeza y recuerda que la soledad es una e invencible, poeta
el alivio es una ramera que los débiles guardan en sus bolsillos


dibújate otro cuarto para convencerte que te has vencido
                                                                       duerme como si nadie
                                                                       en este mundo te esperara

y remolca la piedra, otra vez.

Antífona 2: no se trata de un grito de liberación y de alegría, sino de una
comprobación amarga

una metáfora más y nos acostamos
una metáfora para contradecir lo que calienta esta pequeña línea
un golpe oblicuo que estalla en las alas polícromas de esa torpeza
la debilidad que tengo cuando estoy frente al computador
y no resisto desparramarme como un territorio sin dientes
pero el terreno no está dentro de ti
él no va dentro de ti
tu nación es la jaula donde el sol se acuesta con las piernas hinchadas
tu patria es el adjetivo que advierte como puede otro gorrión cautivar la tristeza

otra metáfora y nos acostamos
puede ser que digamos que mañana volveremos menos sucios
puede ser que no
diles algo que quieran oír para que no reclamen a los muertos
su pobre huella centinela que es un animal caído
diles algo que quieran oír
puede ser que no
espero que incluso la piel se extienda como un gusano absorbido por la planta de tu pie
espero encontrar el desahogo del acto final
la tragedia – por ejemplo – la tragedia
pero para todo hay tiempo
                                    [mojado y abierto]

dicen que detrás de la sonrisa también se puede negar a los hijos
en mi sangre no desfila la consumación del loto
| ¿a dónde? | ¿quiénes? | ¿cuántos? | ¿cómo? | ¿hombre o mujer? | ¿niño o anciano? | 
+ + + ¿douglaselmarnoexiste?
esto se desnuda como una vulva encharcada de estrellas postradas en mi cenicero
esto es otra vez volver y no quiero
puede ser que no
volver a remover las entrañas y querer estancarse en la vida
reclamar el sacrificio que la mujer olvida cada día en el panteón
mientras Jacinto peina los cabellos del arpa
y riega su sangre como un insecto atrapado en orquídeas
signos a los que no tenemos a quién dedicar
puede ser | puede.

Antífona 3: la diferencia consiste en que no haya guión, sino una ilustración sucesiva e
inconsecuente

en otra latitud alguien escribirá otro canto
quemar detrás del relámpago un quejido que retroceda para buscar su lugar en el
policosmosexual
¿dónde quedaron los pasos que nos buscaban?
despedirse ante la cabeza caída o el mar que no existe
y no oír la luz cuando abre tu jaula / la jaula de los pájaros ciegos
convencerse que el secreto no es otra ventana que se agrieta
sino creer en las imágenes que la lluvia estampa en el linaje de los peces


estremecerse ante el dolor de la carne que ya no es un engaño
y ahora medir la profundidad de la respiración que lame el otro labio de esta ciudad

para ya no cantar y sólo puedas ver su cabellera recogida en el insomnio más fiero
entre el agua y su obstinación de abrir el vientre para encontrar el estío

madre
¿dónde quedó el gemido que la oruga traspasó en la habitación
como un halo atrapado en el tiempo que vertió el duelo de tu hermano?
¿y las azucenas que el extraño veló sobre tu pecho como un silbido?

aquí yace esta mano que parte hacia la frontera de tu miedo

en otra latitud alguien dirá que el destierro no es perderse
sino que agotará la última palabra para esta juventud
para callar ante el lengua de ojos abiertos
para convencerse de su propósito en el mundo
de ingresar al útero tan pobres como vinimos
descalzo
siempre.

Antífona 4: no hay destino que no se venza con el desprecio

la arquitectura de la oscuridad se entiende
cuando tenemos los puertos en la punta de la lengua
en la delicadeza del silencio podrá encarnarse el último botón en los huesos
de este mamífero que arde en fiebre y oculta su cabeza

una mano con ansiedad que se arriesgue ante el cigarro
una mano para la abstracción del viento que huye de lo concebido

[mojado y abierto]

no hay destino
puede ser que no

quédate aquí
con la madera y los libros
para que sientas la añoranza de los conceptos
donde la desgracia peina la melena de los árboles de pehuén
mientras nos despedimos

puede ser que no | puede ser.

Pablo Mériguet Calle (Quito, 1989) Escritor. Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, PUCE, y Maestro en Sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Flacso. Actualmente se encuentra realizando un Doctorado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, UAM. Co-fundador y co-editor de la Revista de Poesía “Cuando E.P. Thompson se hizo poeta”. Ha publicado poemas y ensayos en revistas nacionales e internacionales. Aparece en antologías dentro y fuera del país. Autor de los libros de poesía: Théoden, Es luciérnaga la ceniza, Se me emperró la vida y Macrogramas (Premio Paralelo Cero 2020). En el ámbito historiográfico escribió el libro Historia del Movimiento Antifascista del Ecuador 1941-1944.

Plaza de Stalingrado, París, Francia

«Habrete olvidado
Me daré cuenta de que es el último
Estaré consciente y entenderé que ésa
será mi primera muerte…»
María Auxiliadora Balladares

el amor
Llegaron desplomándose sobre la entrada de tu casa
hombres y mujeres intoxicados de nieve
con el pánico desollado entre sus muelas Su presa para la eternidad
Y la gloria en sus espaldas trepada y tosiendo con nacimientos de plumas
se derrumbaron ahí con un balazo atorado en la garganta
la guerra despeja al mundo de voluntades por medio de la Voluntad
no fue la bala la que los tumbó a la manera de un pájaro enmudecido
un pájaro que sobrevolaba lisiado el lago para ver su reflejo en silencio
y decidió un día alarse y alzarse demasiado sobre este espejo
creyendo que el cielo es un horizonte alado y alzado se terminó yendo para abajo
en un solo estruendo que eventualmente dejó de sonar infinito cuando
alguien perdió su cabeza escondido en la alcantarilla del barrio.

Si el sol alado llega al suelo deja una cicatriz de abrigo sobre la nieve
a la manera de unas manos que envuelven a una mano azulándose
Los que llegaron alados dejaron su marca en el suelo
mancha de gusanos y plumas y luego la lluvia y el polvo se la llevaron
Y LA LUZ
titánicamente Moisés juntando mares por encima de las ruinas hacinadas
como si nada habría sido disparado porque alguien sí fue atravesado
(y cuando el atravesado se levanta y sigue y sigue y sigue/
no queda nada que decir)
algo se les atravesó en el camino
ellos llegaron y se fueron Pasó que
ellos
estuvieron
y
se murieron
sin inventar la mirada que los salvaría
y así sigue siendo su ayer.

Eso ve la paloma en Stalingrado En la Batalla y en esta plaza en París:
los niños hermosos corriendo como bombas//Y LA LUZ
las jóvenes derrumbadas caminando como bombas//Y LA LUZ
los viejos olvidados bostezando como bombas//Y LA LUZ
las africanas arrancadas riéndose como bombas//Y LA LUZ
los jóvenes deprimidos temblando como bombas//Y LA LUZ
los sirios viendo el horizonte rojo en silencio como bombas//Y LA LUZ
y nadie explota —dice la paloma—
nadie termina de ser bomba aquí//NI LA LUZ
les quitaron los gatillos y les dejaron los cañones
a ellos
que se desploman sobre tu historia
a ellas
que llegaron y se fueron
y su historia latiguea para levantarlos
inútilmente
como la pintura de la mujer en el Louvre
que mueve en la noche el dedo cuando sueña que
es algo más que adorno y soporte del deseo de un muerto famoso
pero despierta y se queda quieta quietísima
porque sabe que
los sueños son inútiles si nadie más los ha visto
de qué sirve un sueño si no se retorna a la noche.

Y luego la luz
ah
la luz que se arranca de sí misma y decide ser otra cosa
¡el amor puede decidir ser otra cosa! De hecho
casi nunca es amor el amor
así como nosotros casi nunca somos nosotros
el amor se hace luz a veces y otras amor
se hace una paloma viendo una plaza en París
y cuando eso sucede
la Plaza y el Oeste se retiran de a poco de la garganta
Se hacen paloma Se hacen ellos desplomados Se hacen amor otra vez
la tolvanera lo convierte en otra cosa
como la luz que cambia por el objeto que ha tocado
se hace parte del objeto la luz
y no hay más objeto sin esa luz
como el amor que es también todo lo que toca
y todo lo tocado por el amor es así
amor
incluyendo el rostro medio agujereado de un soldado
incluyendo esta plaza en París con vagabundos escondidos de los turistas
que cambia al ser vista por mis ojos que están quietos pero moviéndose
como las bombas.

Créeme lo que te digo:
esta paloma está al frente mío casi desnucada
y lo calla tan claramente
Y LA LUZ
tremenda mierda esto de entender la luz
y también la luz tremenda me lo ha dicho
y lo que no me dice también debes creerme
como decía el poema del saturnal Apollinaire en la tumba de Apollinaire
créeme cuando juro que he entendido
que
llegará el amor…
llegará el amor encima/al final de todo
demencial titánico bestial pesado animal armado animal de pólvora
animal de animales el amor
será nuevo comienzo de las plantas y los músculos
aniquilando el Todo rompiéndote la espalda en dos senderos
llegará brutalmente descansado
a dejarnos partir levantando a los que dormitan junto a las carreteras
marchando por millones a lo largo de los caminos que llevan a tu casa
desapareciendo las pieles en un incendio para que no haya frío
haciéndonos bombas y luego reventándonos en millones de colores
estampándonos contra el techo del universo

el amor va a llegar en el estruendo de un pájaro cayendo a tierra
el amor va a llegar cuando estemos dispuestos a la extinción
el amor va a llegar
como llegó a barrer Stalingrado el 2 de febrero de 1943
como llegó a detener el tiempo en la Plaza Stalingrado el 15 de junio de 2019
como llegará entre tus costillas al mirar unos ojos terribles temblando
de ternura
llegará a destruirlo todo.

Créeme
furioso:
va a ser terrible

no quedará nada.

***

Hijos del vértigo

A Roberto C.

«Cuando el destino nos perseguía
como un loco con una navaja en la mano.»
Arseni Tarkosvky

¿Te acuerdas cuando afilamos una estrella con nuestros dientes
con sus puntas abrimos la espalda de una humanidad que se
escondía en un rincón temblando de miedo como un toro ido con la cabeza
mortiguada?
¿Recuerdas las altas grises psicóticas torres telefónicas
a donde trepamos e inventamos entre cigarrillos esa fantasía de caer en una batalla
con caballos hambrientos espadas pesadas una roca incendiada con nuestro
nombre?
Los soldados sueñan con ese pedazo de materia que tiene destino de nervio suyo
Sí/esas altas cumbres proféticas de metal donde se atascó la mensajera
que salvaría a nuestra juventud de ser un grillete de navajas.

¿Recuerdas cuando lancé la droga que guardabas en una fundita heroica hacia
un río puerco y pese al odio no te lanzaste de cabeza desde el puente?
¿Te acuerdas cuando no fui a sostenerte el día en que sí ibas a lanzarte desde un
puente
cuando miramos el color perfecto en un atardecer que brotaba
de las cejas de nuestros enemigos y entonces me dijiste que para qué sirven los
colores
para cuándo si un hijo es un odio parido por lo tanto
de qué sirve agarrarse del borde y luego de ese día durante años me llamaste
a despedirte casi todos los sábados
a donde yo crecía como ramas secas me estiraba crujiendo bajo las sábanas
y tú andabas allá afuera en el mundo que brama abriéndote
la cabeza como revienta de golpe a borbotones un volcán bajo la nieve?

Porque creo que debo decirte con la boca llena triturando madera de ataúd
que a la muerte hay que ignorarla y estar sereno cuando no queda más que
morderla
y si hay que morder a la muerte se la debe besar entre las tascadas
pero con la vida —ah/con la vida/amigo de mi vida—
hay que ser un ladrón entumecido escondido en el bosque
hay que ser un torpedo enternecido avanzando con furia de naufragar
hay que ser las rocas catapultadas contra las montañas y derrumbar la cordillera
hay que ser verdaderos hijos del vértigo
(o unos hijos de puta como dirías vos).

Espero que sí Que lo hagas Que tengas como un clavo en la rodilla de la memoria
la madrugada afuera de la casa del Ariel cuando temblaste de pánico
y me salvaste para siempre de ser un hombre de brillantes zapatos
y corbatas templadas al coro de una compañía
y así recuerdo
y así quiero pensar que vos fuiste a irrumpir el espacio que me tocaba llenar
en una empresa ocupando el lugar donde se atora en la copiadora
la libertad de correr en cualquier momento
porque se salva uno de la riada del libremercado si una fuerte brazada ocupa
el lugar de otro ahogamiento/y eras el más fuerte de los dos.

¿Y si te pido que recuerdes mijo cuando en la casa del Diego
fundamos un pequeño reino digno de cualquier leyenda negra
derrotada en una cruzada y defendida por un pelotón de soldados rojos
y entonces a la mierda Roma Mesopotamia y los incas invasores
y entonces para eso y por eso decidimos hacer cicatrices
en niños olvidados en un pasillo donde una vez pensaste que
tal vez quién sabe sería más fácil si nos odiáramos
sería más dócil el respeto si hubiera una cicatriz pedagógica
y cómo entre hermanos a veces el respeto muere cuando el amor renace?

¿Te acuerdas cuando te olvidaste por años de que tuviste un padre
y eso podía hacerte llorar en el vacío como a un manantial que nace
desparramado solo en medio de la Maternidad Isidro Ayora durante la madrugada
a gritos tragando aire muriendo caído del balde de una camioneta
tus recuerdos te secan como la piel de un perro embestido por el Sol
entre gritos haciendo y pariendo al silencio?

Pero no Roberto no lo harás No
vas a recordar que saber destruirse debe tener un método No
tendrás memoria porque ya no importa saber que un día
pudiste patear al coraje como se patea una cabeza
y decidiste dar media vuelta por si acaso no era prudente
tragarte el miedo y ser valiente tú solo No
has de saber que un día lloré creyendo que a un pájaro hay que
enseñarle también a romperse un ala rompiéndole el ala Ni
siquiera sabrás que te estás matando exactamente
como aprovechan las esquinas para suicidarse en los terremotos.

Y tal vez lo más importante:
que aún no es muy tarde
para hacerlo todo
absolutamente todo.

Aunque/claro
al final ya sabemos que
de esto
Hijo del vértigo
nunca te vas a acordar.

Karla Páez. Cursó una licenciatura en Lenguas, Letras y Artes y una maestría en Ciencias de la Educación. Sus poemas han sido publicados en Cuando E. P. Thompson se hizo poeta: revista de poesía comprometida y Con ciertas palabras, selección del taller de escritura creativa de Xavier Oquendo Troncoso (El Ángel Editor, 2021).

De espaldas

No habrá cordel para perpetuar lo íntimo.
Tampoco una casa que conjeture sin error
su sombra
ni hormigas que den con lo que quede del día.
No habrá perro que quiera sernos fiel
ni gato para encararnos de reojo.
De haber sido amantes
desenterrados
nos habrían encontrado de espaldas.
Nada nacerá siendo nuestro
ni un aguacate
ni el sueño de un hijo.
Ni siquiera lo ajeno caerá en el jardín
para ser medio nuestro.

***

Celda con pájaro

A Antonio Preciado

Soy Rapiña
Lengua Mansa
El Coca
José Vicente Zambrano Morán
hijo de Elvia.

Soy este pudor
de cóndor caído
arremetiendo
entre cuatro paredes
cívicamente
contra su propia grandeza.

Soy el cuviví
que se ahoga sediento
en un lago de Ozogoche
y a veces ando como las gallinas
esa vergüenza
para la taxonomía.

Este gallinazo soy
clavado en la espalda
de mi propio cadáver
como si yo
hombre muerto
estuviera a punto
de salir volando.

Santiago Grijalva (Ibarra, Ecuador; 1992) Psicólogo Social Comunitario. Publicó los poemarios; La revolución de tus cuerpos (2015), Arreglos para la historia poemario (2017), Los desperdicios del polvo (2018) Cerrar una ciudad (New York Poetry Press, 2019), Propositti della belleza (Propósitos de la belleza; Raffaelli Editore, 2020). Consta en la Antología de Poesía Española Contemporánea «Y lo demás es Silencio Vol. II» (Chiado Editorial; Madrid, 2016), Seis poetas ecuatorianos (Editorial Caletita; México 2018); está incluido en la selección de poetas ecuatorianos «Voices form the center of the world» realizada y traducida por la poeta Margaret Randall. Sus poemas han sido publicados en la revista Caravansary Revista Internacional de poesía (Colombia; 2019); Aérea Revista Hispano Americana de Poesía (Santiago de Chile; 2018) Utopía (Edición N°93; 2016) Cuando E. P. Thompson se hizo poeta: revista de poesía política (N°4; 2017); Además, en varias revistas digitales en Iberoamérica. Participó como invitado en el Festival Internacional de poetas Poesía en Paralelo Cero (Ecuador, 2016) y Las líneas de su mano (Bogotá,2018), Jauría de palabras (Bolivia, 2019). Coordinador del Encuentro de poetas en Ecuador “Poesía en Paralelo Cero”.

Al bajar la calle

I

Cabeza arriba te luce lo inservible,
un casco para ser orgullo del padre,
para apuntillar al ruido de aquel que también te defiende,
bota negra, y todo lo que pisas son dolores,
a lo mejor las nostalgias tienen el color cobrizo
que adquiere el casquillo después de reventada la pólvora.

Te has crecido en la esquina de tu abuela,
la viuda que trapea el piso de los recuerdos
con el uniforme ceñido camuflaje de su marido muerto,
en nombre de mí, esculpió aquella baranda con alambre.
Era yo, o ellos, respondía cuando algún soñador
apuntaba su carga hacia la sien,
era su hambre o mi hambre,
sueños por mis sueños,
heridas por cicatrices,
era todo en nombre de nada,
la espada en nombre del hombre.
¡Qué valiente haber cometido contra tu tío,
tu huésped,
y todo a nombre de un trapo inasible
tricolormente inconforme.

Pero si la viuda ya no quiere más atrancones
con medallas y grilletes,
que cante aquella canción
apretando los nudos en las coyunturas,
que vista un vestido largo y se engulla
en girasolada sonrisa,
que cante amapolamente a los espectros de su casa,
que descienda por aquella calle,
con un vestido color turquesa
y unas botas negras, pateando a los dientes de león,
vislumbrando cuánto dolor acoge la muerte,
            pero, de cuántos sedimentos están hechas las historias.

II

La casa de la esquina guarda entre sus tejas,
la primera ojiva que huerfaneó a más de medio barrio,
a más de 38 cristos santificándose en nombre del hambre.

III

Ha vuelto por la calle donde
agoniza un burro.
Será que la humildad deambula
por un empedrado
en cuatro patas,
cuatro y la triada falla,
cuatro y se quedan pares,
cuatro y ya no hay mitad,
cuatro y no hay tercero de resurrección.

Más allá de la bifurcación,
lo único que nos aleja de la nobleza,
es querer andar sobre el cuadrúpedo
            más no brindarle agua.

(Inédito)

***

Plegaria sobre el olvido

Sobre el camino divago,
rondo e imagino la forma que tiene el olvido:

Acaso es un árbol reseco
que de a poco va desprendiéndose de sus hojas,
quizá tiene la forma del agua
que va goteando y se evapora para ser parte de la ausencia.
En ocasiones puede ser la tierra cuarteada por donde nacen brotes.

De vez en cuando creo que el olvido
puede ser una casa en fiesta donde
los inquilinos empiezan a marcharse de a poco,
o quizá una autopista desierta en mitad de la noche
que juega a poblarse de polvo y luces intermitentes
usualmente toma forma de luz y no se descubre si no es con sombras.

Pero también puede parecerse a un pájaro de alas cortas
o a un colibrí que no camina
o a un gato doméstico que vive de lo que cae entre sus zarpas,
un ciervo escondido que solo surge
cuando se escucha el tronar de una escopeta
o un elefante que migra en el verano
para volver en invierno,
también puede ser el cocodrilo y su llanto interminable,
una hiena que ríe cuando pide clemencia.

A menudo el olvido puede ser cosas que guardamos en los bolsillos:
una llave que no abre ninguna cerradura,
unos fósforos húmedos que de nada sirven,
unos trompos con las que nadie juega,
una servilleta sucia que ya no hace falta,
el pañuelo que adorna el lado que le hace falta al pecho,
 unas monedas que no pagan, pero brillan.

Quizá el olvido pueda ser sitios:
un cementerio sin epígrafes y desperdicios,
una estatua de arcángel pisando el cuello a la serpiente,
o tan solo la plaza de armas sin bandera
pero con adoquines manchados de sangre.

El olvido puede ser todo aquello que se duele,
se relame las heridas,
todo aquello que no reconoce ni empatiza
ni se conmueve ni abraza ni siquiera un puente,
pero lo andamos buscando en cada esquina,
en cada cerrar de ojos…
creyendo que el olvido vendrá de frente
nos enseñará los dientes y aprenderemos a masticar los recuerdos.

(Inédito)

René Gordillo Vinueza (Ambato, Ecuador, 1993). Licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, PUCE, Quito. Autor del libro de poesía Espera de la hoja (2017) editado por el sello editorial El Ángel. Consta en la antología Seis poetas ecuatorianos (2018) editado por Ediciones Caletita (México). Ganador del premio nacional de poesía Paralelo Cero 2019 con el libro Poemas de mi patio y de otros lados. Sus textos constan en revistas impresas y digitales.

Un lugar

El agua tiene un Agua que la conduce,
el espíritu tiene un Espíritu que lo llama.
-Rumi-

Si yo fuera un lugar
sobre esta carne
sería seguramente
un estuario.
Y si fuera una balsa mi corazón
y un par de remos mi manos
navegaría hacia mi mismo.
La tierra es una esfera,
pero vivir a veces es la medida
plana entre dos acantilados.
Amanece a uno y al otro lado
de la roca, anochece desde todos
los lados de la luz.
Dentro del agua hay otra agua
que rige el recorrido del retorno.

***

Las nieves del Kilimanjaro

Kilimanjaro en idioma nativo significa
la casa de Dios
y es la montaña más alta de África
con 5891 metros.
Cerca de su cima occidental hay un leopardo congelado.
Nadie sabe que quería, ni que hacía aquel animal ahí.
Tal vez nadie nunca pueda saberlo.
Yo a 2850 metros, en otro continente
me recuesto en mi cama mientras
el sol llega a mi cuerpo y el cielo azul
es una realidad impecable.
Es un día de verano, es decir, de sequía
y la sequía en la ciudad no existe.
Me temo mucho que tendré que levantarme,
el brillo de este cuarto es tan innecesario
que cierro los ojos y aun así encuentro siluetas rojas.
Me pregunto si le dolieron los ojos al Leopardo congelado del Kilimanjaro
o si le gustaría la nieve sobre sus patas polvosas.
Recuerdo cuando toqué la nieve por primera vez
fue en un jardín hace años y las plantas parecían muertas.
Me saqué un guante, metí mi mano en lo blanco
y saqué un pedazo, tampoco nunca supe para que,
pero ahí estaba el frío y ahí también estaba yo.

(De Poemas de mi patio y de otros lados- 2019)

Juan José Pozo (Quito, 1995). Estudió Comunicación y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. En 2013 publicó el poemario “Sísmicas mariposas” (El Ángel Editor); en 2021, el ensayo “Entre dos ríos, una corriente. Influencia de Matsuo Bashô en la poética de Octavio Paz” (beneficiario del Fondo Publícalo de la PUCE). Ha participado en congresos literarios y recitales, entre los cuales destacan el XIII Congreso Internacional de Literatura. Memoria e Imaginación de América Latina y el Caribe (2017), así como el 7mo Encuentro Internacional de Poetas, dentro del Festival Poesía en Paralelo Cero (2015). Además, cuenta con una formación en artes escénicas, específicamente en lenguajes de danza folklórica, danza aérea, contemporánea e improvisación. Desde 2016 forma parte de la Compañía TALVEZ, dirigida por Marcela Correa, con la cual ha participado en proyectos, de entre los cuales destaca el cortometraje Fasciia: piel adentro (2018), dirigido por Juan Pablo Viteri.

Vigilia

1
Un abejorro
pasa volando. Flores de manzanilla.

2
Lago San Pablo.
Esa vaca en la orilla: cruza una lancha.

3
Bajo la lluvia
seis mujeres y un perro jugando fútbol.

4
El chancho viejo.
Las marcas de la soga sobre su cuello.

5
Viento en la noche: la flor roja de un día se está cerrando.

***

Noticias de casa

A Esteban

1

Estoy en tu habitación
mientras empieza el día.
Pero solo amanece
cuando recojo las cortinas
y llegan hasta el suelo de madera
rayos de luz

los rayos que pudieron atravesar
el arupo frente a tu ventana.

Abro las cortinas
y amanece
el gato del vecino, viejo,
cruzando la calle.

viernes 11 de diciembre de 2020

2

Tú sabes
que cuando llueve
se acumula el agua en la terraza.

Pero,
¿sabías que a veces
esa agua refleja la luna
cuando la noche se aclara?

Con frío en el aire
tomo una escoba.

Subo a la terraza
y la perra negra apoya sus patas
en mi pecho.

Por más que lo espero,
siempre es nuevo,
como es nuevo siempre
el sonido del agua barrida
y la luna ondulando
a mis pies.

viernes 11 de diciembre de 2020

3

Algunos días
veo pasar una sombra
por la casa.

¿Será acaso esa sombra
la misma que a mi voz ensordece?

¿Acaso la misma que,
como una nube lenta,
muy lenta,
sobrevoló los senos de nuestra madre
hundiendo meses de su mirada?

domingo 13 de diciembre de 2020

4

La flor de taxo
en un cable de luz
está colgando.

domingo 13 de diciembre de 2020

5

Ha llovido
toda la noche.
A la mañana siguiente
brillaba un cielo de pocas nubes.

Podías ver el vapor
salir del piso de la terraza.

Durante años
ha llovido en mi cabeza:
mi frente es una terraza ardiente;
vapor, mis pensamientos nocturnos.

martes 29 de diciembre de 2020

6

Cuentas que en invierno
la gente enfría sus cervezas
al borde de la ventana.

Aquí no para de llover
y, aunque a veces sale el sol,
un nuevo frío anda entre la gente.

Por más que quisiera
no puedo enfriar mi cerveza
como tú lo haces:

apenas puedo deslizar mi mano
por la reja que cubre la ventana
cuando detengo todo para escuchar mejor al sinsonte.

Escucho a veces
un vidrio estallar en la noche:
sé que no es una botella

lo sé cuando cierro la ventana
y la reja emana su frío:

ese nuevo frío
que cubre nuestra casa

lunes 11 de enero de 2021

Estefany Vaca (1996). Ha participado en varias publicaciones digitales e impresas de revistas. En el año 2018 sacó su primer poemario Las ventanas del cuerpo. Escribe y hace collage análogo (@enbusquedadealgo)

Retrato

Mujer que inevitablemente es ella misma
sin que el agua la lave y cambie.

Mujer cruzada de labios,
con sangre amarilla, transparente.
Pálida como una luz de la tarde
y mirando siempre a los árboles.

Mujer antigua expulsada de alguna fotografía,
que solo guarda en su memoria pájaros
y siempre le busca lugar a las preguntas.

Mujer que anhela ser solo humano
y hacer de sus lágrimas un columpio.

Mujer partida de las piedras
que ella mismo se ha lanzado
y ahora le pesan hacia dentro.

Mujer que no sabe ser mujer
y le gusta soñar con el color de las palabras.

***

Razones

Dios me hizo mujer,
quiero decir,
me hizo
con un pequeño taller
de muertos dentro.

Soy un conjunto de
células que, con suerte,
recuerdan su significado
y se estremecen.

Me dio un par de senos
pequeños que no
funcionan muy bien
de escudo.

Me hizo larga de piernas
y miedo, porque siempre
quiero topar
el cielo.

Dentro de mí parece
que sembró algo
profundo y oscuro
que se esconde.

Pienso:
pequeño sería el mundo
si fuera mi tarea usar ese taller
pero, gracias a dios,
lo mío solo es escribir.

Kevin Villacís Larco (Sangolquí, 1997). Poeta, periodista, productor de artes literarias y multimediales. Es licenciado en Comunicación Social con mención en Periodismo por la Universidad Politécnica Salesiana (UPS). Fundador de la Plataforma de artes colectivas La Calamita Producciones. Actualmente es editor en El Ángel Editor; así como asistente de coordinación y librero en el Encuentro Internacional de Poesía en Paralelo Cero. Ha participado de varios talleres de escritura creativa en Ecuador, Colombia y México. Miembro de la FELS, Federación Latinoamericana de Semiótica. Sus poemas aparecen en la antología del XI Encuentro de Poesía en Paralelo Cero 2019; Revista Cuando E.P. Thompson se hizo poeta; Rizoma, plataforma de poesía; Espacio, Me Has Vencido – Antología de poesía hispanoamericana (2020), Uni-di-versos – El Ángel Editor (2020), entre otras. Sus artículos han sido publicados en la Revista Utopía (97-103). Actualmente conduce La Hora de siempre, programa de tertulia y rarezas, y dirige el estudio de fotografía profesional La Mica.

Lo que mora en la cabeza, lo que mora en la tumba

De ti aprendí a cubrirme las orejas
para que ningún frío se apodere de las voces pasadas
Esquivé las lluvias eternas
Puse mis manos como cielo
y recibí el granizo a corazón abierto
Hice de mi cabello un impermeable
de buenos recuerdos
como tú hiciste de la paja
un nido para los pensamientos
Te solté en el noble viento de las seis,
guardé un sapito amarillo con su canto
bajo tus aleros y juntos nos fuimos
croando vida abajo
Bebimos, uh sí que bebimos de ti
terminamos la sed del mar
y en tus dulces hebras,
en tus finos encajes
descubrimos lo épico del calor
bajo los cactus del desierto
Nos descocimos de golpe
porque de golpe nos recibe la vida
en nuestros cuerpos de paja
Muertos de vergüenza nos tapamos el rostro
cuando descubrimos que no hay cementerios
para más como nosotros
Armarios, perchas, tendederos
abrieron sus brazos a recibirnos
y siempre dejaron entre abierta
la ventana de la suerte
para ser recogidos por el azar
Ahora llevamos puestos mil abriles
diciembres en pedacitos
y la cólera de los eneros sin un pelo en los bolsillos
Sombrero, viejo amigo,
por ti salté al río del jazz negro
para rescatarte de la heroína y los bongós
Hasta que sanaras,
no me importó entrar desnudo de ti
en las fiestas de sombreros
porque debías curarte del último resfrío
de las cabezas con malos aires
Temía por tus marcas,
esas heridas en la copa de tu cumbre
Temía llevarte a la montaña más alta del Perú,
no vayan a ver que su dios volvió
hecho sombrero y vayan a adorarte degana
A ti que te gusta lo humilde
                               lo simple
                                                lo perpetuo
como los cabellos dorados de niñas tiernas
que se parecen al rubio olvido
No vayan a creer que te haces el santo tampoco,
tú que elegiste mi cabeza pecaminosa
para combatir el humo y sembrar
lechuzas en la selva
Seré sincero contigo,
me conoces demás
sabes que juntos podemos subir y bajar
                         cielo e infierno
árbol y tierra
pero es tarde o se hizo tarde mientras te esperaba
Hemos muerto y no nos habíamos dado cuenta
No se permiten sombreros en la iglesia
y los muertos no podemos protestar
con tanto gusano que nos aprieta la mandíbula
En este limitado cajón no se permiten amigos
ni fieles compañeros de vida
que dan la cabeza para verte bien
Es mi destino, amigo,
consíguete otra cabeza
y cuéntale nuestras andanzas,
o mejor dicho, sombreranzas
No te quedes en la copa de mi tumba
                                ni en la de nadie
Cubre bien la cabeza de la muerte
y no dejes que la lluvia detenga lo inevitable
Que si vuelves a visitarme
sé el primero en salir de los pelos enredados de la parca
y cúbreme por última vez de los huracanes,
del vacío,
del frío río en el que morimos de ser,
en el que navegamos sin luces
hasta el oscuro mar de la eternidad
Eh, pero eso sí,
alzando el sombrero
para despedirnos en paz.

***

Vestigios, vestigios y vestigios o Rapsodia del desaparecido

Qué sería de mí si me escucharas…

¿Por qué soy una cifra, Don?
Estoy cansado de salir y no encontrarte
¿Será que nuestras calles se acuerdan de nosotros?
Íbamos nomás, haciendo de la media noche un amuleto
de esos que se llevan en las manos o en el cuello
por miedo a perderlos o que ellos nos pierdan a nosotros.
Nuestros perros callejeros se han muerto de hambre,
ya nadie cambia los focos quemados
y la ciudad se ha vuelto más oscura.
Los zapatos no han dejado de correr por ti,
se despiertan a las cinco de la madrugada
anudan sus recuerdos, se atan al aire que dejaste
y no vuelven hasta que algún policía cruel
los encuentra borrachos por los barrancos
y no les queda más que dar media vuelta,
patear algún triste gato de mimbre
e imponer un paso doble para la luna
que ha dejado de sonreír menguante,
como si hubiese perdido la fe por la humanidad.
¿Sabes? Nos han puesto nuevas leyes
y ya no somos personas, ni uno solo,
porque somos tantos que hasta un nombre es demasiado,
somos cifras sentimentales que empapan
las paredes de las casas de gobierno
y llenan todos los espacios vacíos con:
Quizá se fue por tanto mal amor
Quizá le mordieron las ganas de huir
Quizá sus hijos, las deudas, algún dolor secreto
o una herida bajo las sedas o un pequeño muerto
que ha crecido tanto en su vientre
o una demorosa deuda con los del guetto
o un cansado odio ajeno
o un misterio que no necesita ser resuelto.
¿Para qué mentirte?
Los autos suenan diferentes,
te atropellan en silencio, “por respeto”
te abandonan a tiempo, “por honor al reloj”
y todas las rutas parece que lindan
con el cementerio
Los edificios cerraron para siempre sus ojos
Los hidrantes se murieron de sed y desaparecieron
Las alcantarillas engordaron por los desechos
Los adoquines olvidaron que fueron piedras
Las balaustradas ya no dan la mano
Los semáforos ya no se sonrojan
al ver una dulce niña pasar con sus zapatitos rosas
Las aceras derritieron los pies de los mendigos
Las rejas nos amurallaron y ya no podemos pasar
a fumar en nuestro olvidadizo parque
Los espejos evitan nuestras caras
Los balcones combaten a los recuerdos
montados en pequeñas ratitas anémicas
que se asoman con hambre de matarnos
El calentamiento global
le alzó las faldas a los nevados
La corrupción pervirtió a poetas
y ahora se quejan por falta de recursos literarios
Los malabaristas ya no viven bajo luces
inmortales de diestras lunas faroleras
Las estrellas ya no van a la ciudad
El sol calienta “ya por obligación”
Las nubes sufren penurias blancas
y son más mortales, mastodontes, químicas
Las lluvias, si mojan, da igual
El único favorecido ha sido el granizo,
y regala humildes caballeros de hielo a los niños
Todos los demás:
Las carameleras, pescadores, riachuelos,
buzones, monolitos y el aire limpio
han sido expulsados por comuneros barriales
y los silbidos ya no silban:
son todo aire,
bandoleras de viento
donde sigues amarrado, libre en la noche,
querido amigo.
Tampoco quedan tradiciones, ni misterios
ni ilustres individuos impecables.
Nos ocultaron la verdad
y esta tierra se ha vuelto cueva.
Daré las gracias, si me dejas,
porque has conseguido una libertad justa
para alguien tan viento como tú,
mientras que aquí todos enflaquecemos
competimos por quién tiene las mejores costillas rotas
o quién tiene las mejores cabezas rotas
o a quién le han tirado más dientes
a punte de golpes y putizas.
Y mira, de todos soy el campeón
porque cuando la nada te absorbió
mi búsqueda se convirtió en hito
y hasta las masas me echaron glorias,
se dice que soy el dios de las pendejadas
por andar ladrando a las dos de la madrugada
para ver si te apareces y me lanzas tus zapatos
O por andar gritando: ¡Pescado!
Para ver si te apareces y me compras el mar
O por andar buscando viejas cabinas telefónicas
y ver si alguien llama pidiendo una recompensa
O por lo mínimo un soborno para hacerte volver
Pero mira, dejaría que me corten lo que quieran
y ojalá así, solo así, pierdo de una vez esta cabeza
que no para de pensarte
Ya te me has hecho un vicio
y el doctor dice que soy un adicto a ti,
aunque no entienda sus letras y cuando voy a la farmacia
llego a pedir que me vendan tu olvido.
También recuerdo que un día llamé a los bomberos
pensando que te vi trepar en el árbol más bonito
que jamás vieron mis esperanzas, pero, loco,
qué difícil es rendir cuentas a los oficiales,
se me acabaron las escusas y muchos me abandonaron
en la mitad de la nada, pareciendo todo.
Aún tengo razones para creer que existes
que sigues usando la misma túnica
confeccionada al alba para que los pájaros
refuercen sus tejidos rojos en los nidos con ella
Aún tengo lástima por todos los que perdieron la batalla
de quizá despertar un día
y encontrarte en la cocina
friendo un momento o ennegreciendo de cafeína.
Aún sigo comprando pan integral
por si vuelves y no encuentras nada en casa
Sé que tendrás hambre, frío, pena
o solo ganas de dormir en el sofá de la sala
Pero aquí estaré, con hambre, frío y pena
o solo ganas de dormir en el mismo suelo
recordando esas guitarras blancas
que nos envenenaron las venas con rock
y nos hicieron bien heavys,
“pesaditos pesaditos” como dice mi madre.
Pero está bien, no te perdono por dejarme
con la canción final en la puntita de la lengua.
Tendrás que un día soñar
y en la recóndita enredadera de los sueños
pedirme perdón
porque mi recuerdo de ti ha crecido tanto
que temo un día no volver a salir
y así, por mala y propia suerte,
olvidarte.
Vuelve a mis sueños,
antes que sea tarde.